A lo largo del tiempo, hemos formado una imagen visual de Atahualpa, influenciada por los relatos históricos. Los libros de historia y las láminas escolares lo retratan como un hombre imponente, cuya presencia inspiraba temor, con rasgos marcados y una nariz prominente. Sin embargo, ¿qué ocurriría si cuestionamos esa imagen y nos damos a la tarea de construir un rostro de Atahualpa desde una perspectiva colectiva?